Vivencias agónicas (José Luís Lluch Sáez)

El Domingo de Ramos por la tarde tuve una llamada telefónica de nuestro Vicepresidente, Enrique, para informarme de que Agustín el Presidente deseaba hacer algunos cambios en este acto tan nuestro que venimos celebrando desde antaño, y quería que los miembros más antiguos de la Agrupación fueran narrando sus vivencias durante el trascurso de su vida Agónica, y habían pensado en mi para que fuera el primero en dirigirme a todos ustedes, lo que acepté sin dudarlo un momento, y le dije que podían contar conmigo. Les doy las gracias por ello.


La gran mayoría de los presentes sabéis que para mí fue muy fácil ser Marrajo y Agónico pues si desde que naciste has mamado esos sentimientos de Cofradía y Agrupación, lo extraño hubiera sido ser “Cali”, con todo el cariño y respeto para ellos, pues me enorgullezco de contar con muy buenos amigos entre sus filas.


Mi padre, Alberto, fue persona de firmes convicciones cristianas, gran procesionista, Marrajo y de la Agonía, pues fue fundador de la misma y en donde desempeñó diversos cargos de responsabilidad a lo largo de su vida. También fue uno de los promotores del “Traslado”, único en aquella época, y que lo hacíamos el Viernes de Dolores, portando a nuestro “Cristo” a hombros y sin andas. Este acto nos llego a ocasionar enfrentamientos con un Hermano Mayor que nos prohibió que luciéramos la medalla de nuestra Cofradía, por lo que tuvimos que idearnos una con un llavero con la imagen de nuestro Cristo y cordón morado. En la actualidad, el sábado de traslados es una verdadera locura, ya que hay tantas imágenes en las calles que el Ayuntamiento tiene que poner refuerzos para dirigir el tráfico de los mismos, y evitar colisiones en los cruces. Otro acto que promovió fue el de que tras entrar el trono en Santa María, se subía al mismo un penitente (Toni Hernández), recogía la flor y se guardaba en una caja para el sábado por la mañana ir al cementerio a depositarlas en las diferentes tumbas de hermanos de la Agrupación. Mi padre nos dijo que cuando falleciera quería ser incinerado y que esparciéramos sus cenizas en un punto determinado de nuestras costas. Su última voluntad se cumplió, y el Viernes Santo siguiente a su fallecimiento, y siendo Presidente Pepe Ramón Ballesta, se recogió la flor, y la agrupación en pleno se dirigió al cantil del muelle y arrojó las flores al mar en un sentido homenaje póstumo a Alberto.


Mi padre también fue un gran Marrajo y a lo largo de su vida trabajó para la Cofradía donde ostentó el cargo de Comisario de la misma. Durante muchísimos años perteneció a la Comisión de Iglesia, y prueba de ello es que le fue concedida la distinción de “La Rampa” en reconocimiento a su eficaz trabajo en ese cargo. Recuerdo con mucho cariño que todos los años, y tras celebrarse el Encuentro en el Lago, nos llevaba al Kiosco Fénix para ver la procesión en su totalidad, desayunando los típicos churros con chocolate, y al final de la misma, entrabamos a la Iglesia por la calle Jara y la veíamos recogerse mientras el desarrollaba su trabajo organizando la entrada en Santa María.

A quien no haya tenido la suerte de disfrutar de ese momento le puedo decir que es una de las vivencias más emocionantes de nuestras procesiones.


El recuerdo más firme que tengo de él es que fue el “eterno” Vicepresidente de la Agrupación y en alguna ocasión  tuvo que ejercer de Presidente en la sombra, pues el titular le decía “Alberto, hazte cargo de todo pues yo de esto no entiendo”. y en donde se enfrentó a situaciones muy delicadas en las que demostró gran habilidad para solucionarlas pues siempre fue persona de talante conciliador. A lo largo de su vida se le distinguió con numerosos Diplomas, Placas y Honores por parte de la Agrupación, los cuales luzco en mi casa en lugar preferente, entre ellos el más valioso, el “Escudo de Oro” que yo luzco con todo el orgullo en mi solapa, pues cuando el falleció, mi madre me lo dio para que yo lo conservara. Mis padres nos trasmitieron a mi hermano y a mí el cariño por esta gran Agrupación, pues en mi casa se vivía la Agonía durante todo el año.


De Lupe, mi madre, tengo también cariñosos recuerdos asociados a la Agrupación, y tengo grabado en mi memoria con que mimo planchaba capas, túnicas y capuces de mi hermano y mías. Como buena Agónica dedicó toda su vida a colaborar en todas las tareas que le confiaban, desde vestir muñecas para las tómbolas que organizaba la Agrupación, hasta planchar en el Patronato durante muchísimos años la ropa de los músicos, y pertrechada de aguja, hilo, alfileres e imperdibles adecuaba los bajos de las túnicas de la música o cualquier arreglo de costura, siempre ayudada por Elisa Ferrándiz. Lupe fue la promotora de que con el tiempo se formara el magnífico equipo de Señoras que lo hacen en la actualidad. También recibió a lo largo de su vida diversos homenajes como ser Madrina de los tercios y Camarera Perpetua del Cristo de la Agonía.


Durante mi época de estudiante y en las vacaciones de Semana Santa, las dedicaba a ayudar al mantenimiento de los Tronos, y junto con algunos amigos de la Agrupación pasábamos lo días en Santa María encaramándonos a ellos a reponer las lagrimas de cristal que penden de las cartelas y que hacen ese sonido tan característico de “clin clin” cuando se ponen en movimiento, limpiábamos con trapos los mismos para que salieran resplandecientes a la calle. También preparábamos las postales del Divino Titular grapando en ellas las bolsitas con el romero bendecido en el Miserere Marrajo y que se repartían en la Procesión del Encuentro. Todas estas tareas se hacían supervisadas por el entrañable Federo Vilar, tío de Gregorio Saura que en las procesiones del Lunes Santo y la Madrugada, nos organizaba para que saliéramos detrás del Carro Bocina con unos faroles que pesaban lo suyo. Por supuesto que los que formábamos este minitercio éramos todos componentes de La Santa Agonía y me acuerdo de algunos de los que desfilábamos como Antonio Vidal, Juan Antonio Moreno, Gregorio Saura, Juan Zamora, Jose Luis Hernández, yo mismo y otros muchos que ya no recuerdo. Nosotros decíamos que salíamos de “malditos”, pero era tanta la ilusión de poder participar en los cuatro desfiles de los Marrajos, que no nos importaba el sacrificio. Fuimos los precursores del Tercio del Santo Cáliz. Yo también he sido reconocido con los nombramientos de “Penitente Distinguido” y “Escudo de Oro”.


Otro acto que siempre me ha conmovido, en este día tan entrañable para nosotros, es la presentación de los nuevos Agónicos, que son el futuro de nuestra Agrupación, al ver la cara de satisfacción de esos padres y abuelos que necesitan un babero en ese momento. Lo digo por experiencia ya que gracias a Dios lo he disfrutado cinco veces. 


Por último también tengo un emocionado recuerdo para tantos y tantos hermanos y amigos de la Agrupación que ya no están entre nosotros y que por no herir sentimientos, prefiero no mencionar, pues seguro que algunos se me quedarían en el tintero, ya que mi memoria es incapaz de retener tantos nombres, y la lista seria interminable.


Lo que sí quiero recordaros a los componentes de los Tercios de La Condena de Jesús, Santa Agonía y Veracruz es que cuando vayáis desfilando delante de nuestros Tronos, con la seriedad y el sacrificio que nos caracteriza, penséis que al mismo tiempo en el  Cielo, habrá multitud de Agónicos que os irán mandando energía durante toda la Procesión para que lo hagáis lo mejor posible, y entréis en Santa María con la cabeza bien alta.


Perdonadme si me he excedido un poco en el tiempo, pero estad seguros de que lo he hecho con todo el cariño del mundo. Ahora quiero que gritéis todos conmigo:


¡¡¡ VIVAN LOS MARRAJOS !!!

                                                    ¡¡¡ VIVA LA AGONIA !!!     


José Luís Lluch Saéz

Escudo de Oro de la Agonía 2013

Cartagena, Jueves Santo 2018